lunes, 23 de julio de 2012

COMPETENCIA PROFESIONAL


En el ámbito laboral la competencia aparece en la década del 80 debido a necesidades surgidas en diferentes países por la contradicción entre los cambios del entorno y de las condiciones de las relaciones económicas y la calidad de los resultados de la educación. Uno de los aspectos claves fue el cambio en las premisas de formación para que reflejara mejor las necesidades del mercado. Satisfacer las demandas y no orientarse por la oferta.

La Formación Basada en Competencias (FBC) es también denominada Capacitación y se refiere a todos los actos o eventos formativos relacionados directa o indirectamente con el mejoramiento del desempeño en el trabajo y/o con el desarrollo profesional de la persona. (Mertens, 2000). Surge por la inercia de las empresas en la capacitación de sus trabajadores por diferentes causas, lo que influye en la introducción de un sistema de gestión por competencias con su consecuencia en los sistemas de formación.

Una conceptualización de la competencia profesional.



Los enfoques hasta ahora vistos y el estado actual de la categoría no permiten plantear que su conceptualización esté resuelta.



Ni la concepción ocupacional, ni la funcional ni la constructivista pueden explicar adecuadamente la concepción y origen de la competencia. Una de las razones que lo impiden es el marco en que se han desarrollado. Están permeadas por la práctica o desempeño laboral. Por tal razón, se requiere de un análisis apartado de estas condiciones.



Indiscutiblemente no puede separarse la competencia del ámbito en que se requiere. Las características y condiciones de actividad productiva o social determinan aspectos de contenido de las competencias. Pero este hecho no elimina la realidad de que ella constituye una estructura compleja de la persona, que la hace desempeñarse de manera integrada en determinadas condiciones de actividad. De ninguna forma puede limitarse a una visión enmarcada en el contenido de los cargos o puestos específicos de trabajo, auque puedan ser su referente.



En ella se interrelacionan de manera integral un conjunto de elementos que determinan la calidad y el alcance de los fines que los cohesionan. Incluye capacidades, conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes, motivaciones y valores.



Si se trata de un nivel de funcionamiento con una calidad en los marcos de una determinada actividad, no bastarán los aspectos cognoscitivos sino que entran a jugar un papel decisivo los elementos dinámicos que comprometen afectivamente a la persona con ese actuar y que la impulsan a ello.



En la literatura que ha intentado ser cuidadosa se ha hecho referencia a quien se considera el creador del concepto competencia en 1965, Noam Chomsky. Desgraciadamente el traslado del término a diferentes áreas ajenas y la elevada especialización del ámbito donde surge han imposibilitado que su transferencia implique una real asimilación de su contenido. De esta manera han surgido diferentes manipulaciones.



Sin pretender agotar la profundidad de un concepto tan complicado es conveniente acotar una cuestión vital de lo expresado por Chomsky. El autor plantea la distinción fundamental entre la competencia y la actuación. Esta última no refleja directamente la competencia (Chomsky, 1965) Esta es subyacente y entre la competencia y la actuación, juegan un papel fundamental las características y limitaciones de procesos que están comprometidos e imponen regulaciones a la actuación.

CONCLUSIONES



Desde la aparición del concepto de competencias, nunca antes había sido tan utilizado por las diferentes esferas de la vida. Por eso se le atribuye un carácter muy dinamizador, sobre todo, en el área de la gestión.



Este uso extensivo no ha logrado que se elabore un concepto adecuado, ni que se esclarezca su génesis y desarrollo.



Es posible que su incorporación a la actividad laboral haya contribuido a que aún no exista una base teórica al respecto. Por tales razones existen numerosas definiciones de la competencia que la colocan como atributos, actuaciones basadas en normas, desempeño. Son pocos los que han incursionado en la profundidad de esta categoría para continuar los estudios que en la lingüística aportaron tesis importantes sobre esta cuestión.



Para seguir estas ideas la competencia hay que verla en la persona formada (como otras estructuras psicológicas) sobre la base de las relaciones sociales, con un carácter integral y holístico de un conjunto de procesos, funciones y propiedades que dan un nivel de ejecución. Cada uno de sus componentes se integra, pero pueden tener diferentes niveles de compromiso en ella.



Si bien es esencial la diferencia entre competencia y actuación, es evidente que existen vínculos. En este camino del conocimiento quedan muchas interrogantes referidas a sobre que base se relacionan competencia y actuación, cuáles son los procesos de génesis de ambas, cuáles son las premisas de selección de los componentes de la competencia, qué los une, qué principios están materializados en su carácter integral.



El camino es largo pero urgente porque el desarrollo del mundo mercantil, organizacional y gerencial no tiene intención ni de esperar a aclarar esas preguntas ni tiene posibilidades de dar luz a la teoría científica en esta cuestión.

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